Quizá tienes una mujer o una novia guapa, quizá no es guapa, pero es interesante. Puede que ella quiera tener hijos, o puede que no. También puede que no tengas novia, ni mujer. Quizá desees ser una mujer.
Entre tú y el bebé del asiento de al lado hay una conexión especial que me hace creer en la pureza del alma humana. La niña tiene la vista perdida en los cuadros de colores de tu jersey, la verdad es que forman una gama cromática bonita. Se le ha caído al pasillo un pequeño osito de trapo y lo coges con delicadeza para devolvérselo. Ella lo espera, confiada. Sabe que vas a dárselo. La mamá te lo agradece con una mirada de complicidad de adultos serenos que aman a los niños.
Ahora está mamando. Tiene las mejillas hundidas en el pecho de su madre. Apartas la vista, por pudor supongo, aunque te ha parecido una imagen hermosa. Pero ella, medio dormida, tiene sus ojos azules clavados en tu jersey. En el aire hay una ternura respirable. La bebé y tú os habéis amado durante el viaje. Los seres humanos, aunque hace tiempo que demostremos lo contrario, estamos hechos para el Amor.